La cuerda de las seis calles

Las cataratas que inundan los coletazos finales de la primavera mediante cortinas de fuerte calor, nos calaban hacia fuera, permeabilizándonos desde adentro, cuando recorríamos metros y más metros, como equilibristas sobre la cuerda de las seis calles, con la vista puesta en la meta. En rectitud consecuente, esquivando curvaturas, aunque me falte el oxígeno y se me carguen los gemelos. Enfrentádome en sudoroso duelo contra la timidez, esa maldita hija de puta. De primeras siempre fui cortado y me gustó el café.

Hermoso, más que hermoso sublime, sería calmar los microdolores del duro esfuerzo muscular, juntos y ocultos en la espesura del vapor de agua caliente, agasajándonos con frías copas de champán y las uvas rojas de un fresco racimo, mientras hundo mi sucia piel, tostada por los rayos del medio día, en la tersitud de tus blancuras.

La espuma de jabón de tus mares infinitos se me escapa entre los dedos, mientras abrazo en negro sobre blanco tu figura de mujer.







Quisiera desde este humilde blog rendir homenaje al maestro, Don Juan Carlos Aragón. Su recuerdo pervivirá siempre.







José Daniel Lloret Murillo

03 de Junio de 2019

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