Alejandría, la princesa del agua

Agotaba mi existir descalzo por la vida, aunque no sin zapatos. Tirado en la calle, recorriendo rancias carreteras y senderos de barro. Desgastando suela por asfalto, arenas movedizas y  hormigón armado. Subiendo y bajando rocas, pero no escalando y aún menos, trepando. Así, no. No es mi estilo.

Hice de mi hogar las esquinas, bajo luces de semáforo y hasta fui inquilino en oscuras cuevas que contaban con miles de años. Una vez en el camino, los puentes fueron mi camastro, donde soñaba, donde me rompía, ... pero a la vez fueron descanso.

Permitidme que os atraque, con esto que ahora os relato:

La existencia me nombró hijo del firmamento, gemelo del viento y esclavo del horizonte. Hasta la eternidad guiado, por una brújula que señalaba al norte.

Nunca hubo peor desdicha, ni sinvivir más cruel que saber lo que se busca y no encontrarlo, como cuando el dibujante confunde los trazos y su obra culmina en garabatos errados y huraños.

 Dicha vicisitud marcaba a mi persona, que contando con multitud de aptitudes que completarían a cualquiera, paradójicamente, mi interior se mostraba lleno y a la vez vacío, completo pero incompleto. Como lo estaría el color gris carente de blanco o carente de negro. Cómo a un puzzle al que se le extraviaron todas las piezas del centro.

¿Se debería esto a que la caja estaba rota o de fabricación sería el defecto?

Bah!! ¿Que importa eso?

La cuestión se centra en que desde antiguos tiempos, picaba de puerta en puerta, como vendedor de periódicos sin sueldo o vendedor de pañuelos, blancos de despedida.

Se marchó el tren casi descarrilando por las vías. ("Vía" en Andaluz es vida, la tuya y la mía, tan diferentes, tan unidas).

El hastío que deja  la búsqueda de la ciudad perdida, se convertiría en gozo al entrar en Alejandría.

Alejandría: Km0. Punto y final. Punto de partida.

Por todos es conocido que sin agua no hay vida, Dónde hay ríos hay guaridas, algo de beber y comida. Allí jamás aparecerá la noche antes de que se apague el día.

Con los pies reventados, tras la larga travesía, el estómago lleno y un cigarro que eleva al cielo blanco humo de agonía. Bajo una encina, los sueños me inundarían, hasta que al amanecer despuntasen las claras del día.

Extasiado divisaba las estrellas,(para conciliar el sueño no me bastaba con "enredilar" ovejas). Cuando frotándome los ojos me vi, para verificar si era cierta aquella cosa tan extraña que ante mí apareciera:

Reposaba el río en la noche, espejo de luna clara y desde sus mismos centros un potente rayo de luz blanca, rompió toda la calma. De alto que subió, quizás al infinito llegara. De repente se extendió, dejando mi cara aún más blanca, que la envolvente luz que del río brotaba.

Y de donde nació aquella luz infinita,entre las ondas de agua, emergió una figura de mujer, majestuosa como un águila que extiende sus alas, que se sabe reina de la naturaleza y del viento soberana. Plantó sus pies en la tierra, la misma tierra que a su paso mojaba, porque hecha estaba de agua. Del asombro me quedé paralizado, vino y se sentó a mi lado. En un acto reflejo  le agarré las manos y poco a poco, en piel se fue convirtiendo el líquido elemento, hasta alcanzarse humano.

La miré a la cara y lloraba. Echaba de menos el agua. Y sin previo aviso ni razón el cielo se nubló y llovieron gotas, vestidas con brillantes colores, coloridas gotas de agua.

Nos marchamos, cogidos de la mano, bañados de oscuridad en la noche, entre el multicolor de los charcos.

Finalmente se cumplió la profecía, que juraba que el amor germinaría entre un solitario vagabundo y la princesa del agua, Alejandría.

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